Cuesta entender por qué uno se empeña en tratar de darle
explicaciones a ciertas cosas que realmente no la tienen.
Trato, intento, busco la explicación de por qué hoy, lunes
21 de octubre, llegando al final del año lectivo, entrando a un mes lleno de
parciales y finales, estoy sentado mirando videos, leyendo un poco sobre el
amor de mi vida, dejando de lado un trabajo practico de la facultad, dejando de
lado por un rato a mis amigos, a mi familia, a mi trabajo y por qué no a mis
problemas, o mjor dicho a mis otros problemas.
¿Por qué?
No te gastes, es la pregunta que me hago hace años, que
trato de resolver cada vez que me pongo a filosofar sobre el amor, la amistad,
la familia o sobre los sentimientos más puros y profundos que un ser humano
puede sentir.
¿Con que beneficio?
Tampoco te gastes en eso, porque eso es el amor y es lo
único que se y tengo claro de ello. El amor más puro y genuino es aquel que
sentir por algo que no te da nada a cambio. Es aquel sentimiento que te genera
la necesidad de dar todos los días lo que más podes, sin esperar algo de
vuelta.
¿Con que necesidad?
No lo sé, pero sucede. Te enroscas como decimos ahora, te
embroncas, sufrís, lloras, te alegras y sos la persona más feliz del mundo. Es
la necesidad de devolverle un poquito de todo lo que alguna vez le dio a tu
abuelo, a tu viejo, a vos y lo que le va a seguir dando a tus hijos y tus nietos.
Es la necesidad de cumplir la promesa que llorando hiciste alguna vez, es esa
sensación en el pecho que sentir en cada grito en ese templo hermoso.
Hoy dejo todo de lado antes de dormirme, porque sos en lo
que pienso antes de dormirme, y en lo primero que pienso cuando me despierto.
Hoy siento que todos mis problemas están marcados por algo que va más allá de
la plata, las relaciones, los amigos y la familia. Hoy exploto al verte así,
partido al medio, hundiéndote una vez más. Hoy, estallo de bronca y me siento
una vez más a escribirte a vos, tratando que estas palabras cambien un poco tu
situación actual, tratando que las cosas mejoren y podamos volver a sonreír.
Hoy te escribo una vez más, porque sos mi mayor inspiración, porque lo que te
estoy diciendo a mí, me sale del corazón. Las manos se deslizan sobre el
teclado como una gambeta, mis dedos acarician las teclas como acariciaba el
botín de Ruben Paz a la redonda. Ayer, hoy y siempre, se me hace imposible no
estar pendiente de vos y mucho más cuando estás mal, porque lo prometimos
siempre, alentarte cuando menos lo merezcas porque será cuando más lo
necesites. Entonces, acá me tenes Racing, dejando la garganta en la tribuna
hace unos domingos y escribiéndote un lunes por la noche cuando el laburo y la
facultad me deberían saturar la cabeza, pero no. Nada de eso. Todo esto es
relleno si vos estas mal, todo pierde un poco de sentido, es todo un poco más
gris estos días.
Y ahora vuelvo a replantearme una de las primeras preguntas.
Esta vez le encuentro una respuesta que no logra darle una explicación
razonable a este asunto y creo que por eso me enamoro todos los días un poco
más, porque Racing es eso, una pasión inexplicable.-