Y no me vengan con
que el tiempo todo lo cura. Ese es el consuelo de los cobardes. El tiempo nada
cura y mucho menos borra las heridas. Hoy aprendo a convivir con el dolor de
una herida que lleva ya diez años. Una herida que caló hondo y dejo una marca indeleble
en mi.
Hoy me permito estar mal, llorarte y reírte. Recordar lo más
lindo y lo no tanto. Hoy te pienso, me peleo con vos, te extraño, me enojo y
vuelvo a amarte. Porque podrán pasar las décadas, pero este dolor jamás se va a
ir. Tal vez de ese mismo dolor sale la fuerza que tengo para levantar la cabeza
y salir a flote una y otra vez. Tal vez sea ese dolor el motor que tuviste toda
tu vida, tal vez en la bronca encontraste un empujón como lo hago yo.
Caminando fuiste lo que fuiste, la más grande de todas.
Decidiste como y hasta cuando vivir, lograste todo lo que te propusiste, pero
me empeño en ser todo lo egoísta que no me enseñaste a ser. Yo hoy te quiero
acá conmigo, pateando por una villa, abrazando a los nenes del ombú, tirando
para adelante, alentando a norte como lo hiciste siempre, escuchando a Silvio
una tarde de verano con una cerveza de por medio, charlando de política y
peleando por las estupideces que pelean los hijos con los padres.
Hoy necesito escuchar tu voz una vez más, que me digas que
todo esto es una pesadilla horrible, que me despierte, que me cambie porque
faltas al trabajo y nos vamos a desayunar a mc donall´s. Hoy quiero volver a
escuchar el sonido del teléfono y gritarte que son tus amigas o mejor todavía,
que son los del banco reclamando una deuda. Si, hoy necesito estar endeudado
hasta la médula pero con vos al lado y me tomo la licencia de no hacerte caso
una vez más y ser egoísta y pensar solo en mí.
Hoy necesito decirte las palabras que el tiempo no dejo que
pronuncie. Necesito un abrazo, un cuchillo frio en los chichones de la frente,
hoy necesito tus 10 pesos para ir al centro, tus chocolatadas y tu comida poco
elaborada.
Me esfuerzo para no olvidarme tu voz, para no olvidarme el
olor de tu piel. Trato de recordar cada día como era una caricia tuya para que
no se me olvide jamás. Intento recordar cómo era todo cuando estabas vos acá.
Desde el ruido de la llave en la puerta, la corrida a la pieza para esconderme,
el olorcito a comida, la luz amarillenta y la música o el noticiero de fondo.
Me quedo con los mejores recuerdos aunque hoy me sienta un
poco nublado, bastante triste. Hoy te necesito conmigo, se que jamás va a poder
ser, pero desde algún lugar estas tirando para adelante conmigo, se que muy
dentro mío plantaste una semilla bien fuerte y es la de la lucha incansable por
lo que creemos justo. Así como vos luchaste desde tu puesto por los
trabajadores negreados del puerto, yo lucho por que 20 pibitos tengan un mejor
futuro en este puto mundo. Vos luchaste incansablemente contra la enfermedad
del tío primero, después contra la tuya y por último contra la del abuelo, yo
lucho contra la ausencia de ustedes tres.
Y sí, estoy triste. La vida no sería vida si todo fuese
color de rosas. Estoy triste y no lo niego. Estoy triste porque van a cumplirse
10 años de tu partida. 10 años de escuchar tu voz por última vez. 10 años de no
poder compartir millones de cosas con vos. Me queda el placer del parecido, el
orgullo de tener las pelotas como toro por tu culpa, la alegría de saber que
todo lo que hago tiene tu sello, impreso a fuego. Me quedo con la poesía de
Silvio, con la nostalgia de Mercedes y Victor, con la lucha de Las Madres y
Abuelas, y por qué no, con la utopía del Che.
Me quedo por sobre todas las cosas con tu sonrisa, esa
sonrisa que sin dudas ilumina mi camino. La sonrisa que decía que “todo estaba
bien” cuando en realidad todo estaba muy mal. Me quedo con tu sonrisa que ahora
es la mía, esa que dice que en realidad todo está muy bien, que todo va a estar
mejor y que en algún momento nos vamos a encontrar allá arriba.
Me quedo con el recuerdo de verte colgada del alambrado en
cancha de independient* cuando salimos campeones con el club. Guardo bien
adentro el viaje del 2001 a ver a Racing que me regalaste. Guardo los mejores
recuerdos con vos, pero hoy no puedo dejar de ser egoísta y querer tenerte acá
un ratito y poder decirte cuanto te extraño, cuanta falta me haces, cuanto te
amo y que nunca, pero nunca voy a olvidarme de vos.
Nunca supiste lo que era el destino. Fuiste esa que lucho un
día y fue bueno, también la que lucho un año y fuiste mejor. Fuiste la que luchó muchos años y fue muy
bueno, pero por sobre todas las cosas fuiste la que lucho toda la vida, por eso
fuiste imprescindible. Porque había que quemar el cielo si era preciso, solo
por vivir. Me demostraste que la cobardía era asunto de los hombres y no de los
amantes. Me hablaste siempre de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe
demasiado.
Hiciste crítica social y me perfumaste de valiente, porque
fuiste un ser de otro mundo, un animal de galaxia y dejaste el cuerpo de la
vida ahí. Me diste una canción he hiciste un discurso, sobre mi derecho a
hablar. Me diste una canción y dijiste patria, me diste una canción como un
disparo, como un libro, una palabra, una guerrilla, como diste el amor.
La rabia fue tu vocación cuando el aire tomaba forma de
tornado, delante de la columna, al frente. Donde ha viajado siempre la mira del
fusil. Porque el canto de la patria, fue nuestro canto. Que el hombre se hizo
siempre de todo material y que toda época fue pieza de un rompecabezas. Que
mientras más mortal fue el tajo, fué más tu vida.
Tu rostro que es ahora mío es ahora un disparo en la sien y
metralla en la risa cuando corren días de a fines de guerra. Que vivamos de
corrido, sin hacer poesía, que aprendamos palabras de la vida. Que lo mismo de
siempre nos queda adelante. Que se apague la luz y que el sol se levante.
Porque me quiero salvar, haciendo revolución desde tu cuerpo de cristal.
Aunque no esté de moda te pido una mano, aunque el tiempo
esté a favor de los pequeños, de los desnudos, de los olvidados. El tiempo está
a favor de los buenos sueños y que se partió en Nicaragua, otro hierro
caliente. Porque me enseñaste a plantar la bandera con la luz de tu sonrisa.
Porque sueño con pisar las calles nuevamente, porque en una hermosa plaza
liberada lloré por los ausentes y por mis hermanos que murieron antes.
Porque me enseñaste que más temprano que tarde, sin reposo,
retornarán los libros, las canciones, que quemaron las manos asesinas. Que
renacerá mi pueblo de sus ruinas y pagarán su culpa los traidores.
La tierra fue tu casa y la noche es oscura. Viviste de
preguntar porque saber no podía ser lujo y has dicho a tiempo lo tuyo,
sonriente. Viviste en un país libre y fuiste feliz porque fuiste gigante. Que
viva el harapo señor, y la mesa sin mantel. Viva el que huela a callejuela, a
palabrota y taller.
Porque muy fácil es agitar un pañuelo a la tropa solar, del
manifiesto Marxista y la historia del hambre. Qué fácil es engañar al que no
sabe leer y se sabe que entre los ciegos el tuerto tiende a mandar. Y que bien
prepara su máscara el pequeño burgués. Qué fácil es escribir algo que invite a
la acción, contra tiranos, contra asesinos, contra la cruz y el poder divino
siempre al alcanze de la vidriera y el comedor.
Pero a pesar de todo eso, por ti canto de pecho, por ti
adelanto trecho. Tu sombra brilla hoy en la pelea de la conciencia y la razón. Que
la medicina escasa, la más insuficiente es la de remediar la mente. Que lo más
terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida. De la melena inculta
a la calvicie, del número inicial al incontable.
Porque no fuiste perfecta, más te acercaste a lo que yo
simplemente soñé y porque al final de este viaje estamos tu y yo, intactos.
Porque La era parió un corazón y la madre vive hasta que muere el sol. Hasta la victoria siempre viejita. Gracias por
mostrarme un mundo mejor con las poesías de Silvio.
En la prosa de Joaquín, en la voz de Serrano y en el arpegio
de Silvio hallaré, tus mejillas para acariciarte. Te voy a extrañar siempre y
te voy a amar mucho más. Gracias por tanto y perdón por tan poco y sabé siempre
que “en los nuevos campos de batalla, llevaré la fe que me inculcaste”, hoy y
siempre.